Investigué un asistente virtual del amor y me intentaron engañar: manual de una periodista para evitar el ‘catfishing’

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Thomas Jenkins se describe a sí mismo como “un tipo de apariencia promedio que gana una cantidad promedio de dinero”, motivo por el que considera que sus experiencias con las apps de citas han sido “bastante duras”. “Me llevaba un mes deslizar y chatear en ellas solo para tener una cita”, afirma. Hasta que recurrió a la inteligencia artificial para ligar y encontró a su novia. Así comenzaría un reportaje sobre asistentes virtuales del amor de no ser porque EL PAÍS se percató de algo sospechoso. Por eso, desde este diario seguimos estos pasos seguidos para verificar su identidad, pasos que peden resultar útiles para evitar posibles casos de catfishing, una forma de engaño en la que una persona crea una identidad falsa en Internet para atraer a sus víctimas.

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¿Y si EL PAÍS hubiera publicado la foto en el artículo de los asistentes del amor?

La publicación en EL PAÍS de la fotografía proporcionada por Jenkins iría en contra del código deontológico del periodista, según destaca Álvaro Orts Ferrer, director de Orts Consultores. Este abogado experto en privacidad destaca que las personas que realmente aparecen en la foto podrían reclamar, además, una indemnización “por intromisión a su derecho al honor, intimidad y propia imagen, además de por un posible incumplimiento de la normativa de protección de datos personales”.

“Si Brice se hubiera dado cuenta, seguramente habría escrito y habría solicitado la corrección y la supresión de su foto”, añade Samuel Parra, abogado especializado en el área tecnológica del derecho. En función de cómo fuera el artículo, “podría haber exigido una indemnización si se le ha producido un daño”. “Hay que tener en cuenta que no es lo mismo que EL PAÍS se equivoque al poner la fotografía del nuevo premio Nobel de física a que el error sea la foto de un señor condenado por violación. Creo que lo primero no pasaría de algo anecdótico e incluso divertido para el afectado, mientras que lo segundo tiene un impacto mucho más negativo”, comenta.

Otro de los dilemas que se ha planteado el periódico a la hora de publicar el artículo es si utilizar el nombre de Thomas Jenkins —al no haber podido verificar si se trata de un nombre real—. Jorge García Herrero, abogado especializado en protección de datos, explica que el nombre puede utilizarse “si tiene interés informativo junto con la historia. Tu base es la libertad de información, no el consentimiento del interesado: si hubiera que pedir el consentimiento del interesado, nunca hubiéramos visto noticias sobre delincuentes”, comenta. El experto considera que en este caso existe ese interés: “Hay gente que trata de engañar al periodista para que publique algo que le interesa”.

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