Los adolescentes consumen porno. Es un hecho probado por datos y estudios, algo que lleva pasando toda la vida y que no sorprende a nadie. Aunque también esto, como muchos otros aspectos de la sociedad, ha evolucionado con la llegada de internet y de las redes sociales. Las revistas o las cintas que hace 20 años alguien enseñaba a escondidas a los amigos se han convertido en fotos y vídeos que los jóvenes se pasan por los chats de WhatsApp, o en enlaces de alguna plataforma pornográfica con millones de visitas diarias en todo el mundo. Y la tecnología no ha cambiado solamente el medio de consumo, sino también el tipo de contenido. El caso de los falsos desnudos de Almendralejo (Badajoz) es el ejemplo de cómo la inteligencia artificial (IA) ha generalizado la creación y difusión de imágenes pornográficas no consentidas, que ya no tienen como víctimas solamente a personas famosas, sino a gente de su propio entorno, como las compañeras de instituto. Una práctica que enciende muchas alarmas por la facilidad de acceso a estas aplicaciones, capaces de desnudar con un clic a cualquier persona que haya colgado una foto en internet.
TikTok, Discord y el chat de la Play: así llegan los adolescentes a las aplicaciones para desnudar a sus compañeras
