El cerebro humano tiene una propiedad clave que hace posible el lenguaje y nos permite elaborar pensamientos sofisticados: la generalización composicional. Es la habilidad de combinar de forma novedosa elementos ya conocidos con otros que se acaban de aprender. Por ejemplo, una vez que un niño sabe saltar, entiende perfectamente qué significa saltar con las manos arriba o con los ojos cerrados. En la década de 1980 se teorizó que las redes neuronales artificiales, el motor en el que se apoyan la inteligencia artificial y el aprendizaje automático, serían incapaces de establecer esas conexiones. Un artículo publicado en la revista Nature ha demostrado que sí pueden, lo que abre potencialmente un gran campo de mejora en la disciplina.
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